Juego de Tronos: Otra opinión innecesaria

Asumo que no vivo en la inmediatez, ni a la última vanguardia de nada, así que ayer terminé de ver Juego de Tronos. Reconozco que me entraron unas ganas tremendas de agarrar de las solapas a personas desconocidas por la calle para decirles lo que pensaba. Y no será porque no se haya escrito ya acerca de este tema cuando concluyó la serie hace unos meses.

Voy a ponerles brevemente en antecedentes de mi relación con la saga de Canción de Hielo y Fuego de ese afable señor George R.R. Martin. Me gustaron mucho los libros. Mucho. Salvo ‘Festín de cuervos’ que creo que es algo que no puede gustarle a nadie. Recibí con alegría la noticia de que HBO se iba a encargar de llevar los libros a la pantalla. Imagínense lo que es tener a ‘Los Soprano’ o ‘The Wire’ como referencias, así que todo tenía una pinta estupenda.

Y así fue en un principio. Las primeras cuatro temporadas son una auténtica obra de arte. Todos los recursos de la HBO puestos a disposición de un guión sensacional que seguía al pie de la letra las novelas hicieron de cada capítulo un disfrute. El único pero que se le podía poner era la elección de dos personajes muy importantes como Jon Snow y Daenerys Targaryen, que desde el primer capítulo se les vio que eran dos actores que no sabían muy bien ni por donde les soplaba el aire ni cómo interpretar absolutamente nada.

El desastre real vino cuando se dieron cuenta que George R.R. Martin no iba a tener los siguientes libros escritos antes de que acabara la última temporada ya producida (a día de hoy no se sabe nada aún de ellos). ¿Solución? La HBO decidió que ya la acaban ellos con sus guionistas estrella. ¿Resultado? The night is dark and full of terrors.

Todas las temporadas que no siguen a los libros, especialmente las dos últimas, son una basura. Y estoy siendo amable con el término porque son una destrucción infame de toda la esencia de la serie, de los personajes y de cualquier encanto que pudieran tener las novelas. La infantilización y simplonería a la que ha sido sometida la historia para salir al paso y seguir haciendo la rueda girar hace que muchos nos sintamos decepcionados.

La única reflexión que rebota en mi cabeza después de este último desengaño es la siguiente: En el sistema capitalista en el que estamos secuestrados es imposible que subsista ninguna idea original con un mínimo de pureza. Todo será prostituido, mercantilizado y exprimido poniendo siempre por delante la productividad a la calidad.

Y no es la primera vez que pasa. Tienen el ejemplo del próximo estreno de la novena entrega del universo Star Wars, una historia absolutamente intrascendente repleto de efectismos épicos bochornosos o del mamarachismo del guión de la trilogía de El Hobbit que con el libro solo comparte el nombre. Y podríamos seguir así con una lista casi interminable de productos desbaratados por la codicia del autor o por la falta de escrúpulos del propietario de los derechos que tristemente no siempre son la misma persona.

Al final la culpa de todo, como casi siempre, es del sistema capitalista y de la mezquindad de su brazo armado, el liberalismo. Y el resultado, también como casi siempre, no es otro que la transformación de una idea original y bien hecha en algo insulso e intrascendente. Una lástima.

Como ven, al final he preferido escribir por aquí que bajarme al parque a gritarle a las palomas o a coger a transeuntes del brazo para explicarles todo esto. Ustedes pueden elegir leerlo o no, yo sin embargo evito acabar en comisaria.

Deja un comentario